Hijo del mar. Por Salvador Pliego
Así me decía mi madre: “Ven, hijo del mar…” Y yo iba con mi corcel de olas a verla transformarse en un crepúsculo que enrojecía las aguas para hervirlas de sal y nubes, para rociarse de algas y mudarse aguamarina entre moluscos de ultramar. Dicen que el mar existe cuando…