Nº34- Los setenta y siete ciclos del Destino. Por Dereuda

            “Antes de que el rojo fuego ilumine la superficie, caerás, junto a tus compañeras caerás, pero la primera serás y con tus ojos lo verás. Cuando el rojo fuego desaparezca y una luz verdosa calme tus ojos, el fin habrá llegado, setenta y siete ciclos desde que la luz del fuego aparezca… Y morirás.”

            Las palabras del Destino resuenan en mi mente mientras caigo imparable hacia la superficie. Parece increíble que en esa caída no nos hagamos mil pedazos y nuestra existencia acabe. He oído antes de saltar que perdemos algo de volumen de nuestro cuerpo, nos fragmentamos, pero cuando una compañera está muy débil, basta con que se acerque a otra para unirse en una sola y así sobrevivir. Eso he oído.

            Empiezo a vislumbrar reflejos amarillentos… Sí, ahí está, nuestra meta está a tan sólo un ciclo de nosotras. “¡Vamos camaradas!”. Intento transmitir el mensaje a mis compañeras, seguro que ellas están tan ansiosas como yo de llegar a la famosa superficie.

            Apenas un instante antes de que la luz del rojo fuego invada el lugar, me ha parecido ver una silueta tras la superficie. Una criatura enorme. Mi cuerpo se estremece justo antes de tomar contacto con el suelo. El impacto ha sido muy violento y las sensaciones fluyen por mi ser. No ha sido una sensación de dolor, pero creo que he perdido un buen porcentaje de volumen. Miro alrededor, estoy sola. Mis compañeras no han llegado, pero vendrán. Ahí viene la segunda, justo a mi vera. La caída es más violenta aún si la ves en tercera persona, unos fragmentos del cuerpo de mi nueva acompañante se adhieren al mío y los absorbo. “Gracias hermana”. Intento decirle.

            En apenas dos ciclos estoy rodeada de decenas de compañeras. Sí, al fin ha llegado la hora, la fiesta acaba de empezar muchachas, ¡aquí empieza nuestra vida!. Me pregunto si setenta y siete ciclos no serán demasiado pocos… No me gustaría que mi existencia durase apenas un suspiro. En esto que miro alrededor y veo el fantástico espectáculo que crea la luz roja reflejándose en todas nosotras, es algo impresionante, no me lo hubiese imaginado nunca, la densidad de nuestros cuerpos hace que los rayos de luz se disparen en todas direcciones y de todas las maneras, formando dibujos imposibles en el aire. Aunque me queden sólo unos treinta ciclos por delante… Merece la pena formar parte de este fenómeno.

            Me despierta de mi ensimismamiento un resbalón y una pequeña pérdida de volumen, al mirar hacia atrás descubro que parte de mí se queda por el camino y ahora estoy un poco más… ¿Abajo?… ¡Sí, eso es! ¡La superficie está inclinada! Veo que mis compañeras sufren la misma sorpresa que yo, algunas están aterradas. “¡No os preocupéis chicas! La superficie no es perpendicular a nuestra caída, estábamos equivocadas”. Intento calmarlas. Soy la única que sonríe y se maravilla por el descubrimiento, qué pasada. Hemos estado todos estos ciclos tan erradas pensando en la superficie como un “suelo” recto… Mientras las demás intentan no caer yo me dejo llevar, pues en eso consiste la vida. Lo único que me angustia de esta existencia es esa presión que noto a través de la superficie… ¡La silueta!, ya se me había olvidado… Al caer vi una figura tras la cristalina superficie… La presión que noto son sus ojos mirándome, estoy casi segura. ¿Qué será? ¿Quién será? ¿Qué quiere de mí?

            La angustia se apodera de mi ser, ahora parezco una más del grupo, asustada, impaciente y aterrada. Con el siguiente resbalón puedo echar la vista abajo e intento ver algo tras la superficie. Aprecio dos ojos grandes. Sí, el Destino me habló de esos ojos antes de caer. Me miran sin parpadear, me hacen temblar. ¡No, no!, no puedo malgastar estos ciclos que me quedan de vida angustiada, esa criatura monstruosamente grande no puede desestabilizarme, yo tengo una meta.

            Todas sentimos que los ciclos de luz rojo fuego se nos acaban y los resbalones son más periódicos. Yo ya no veo el lugar en el que caí hace sesenta ciclos, pero al echar la vista atrás veo que arriba, donde nos encontrábamos al caer, van llegando nuevas compañeras, asustadas, jóvenes. Ellas no han tenido la misma suerte que yo. Yo he disfrutado de más ciclos aquí, ellas apenas llegarán a diez antes de que la luz roja desaparezca y el verde acabe con nosotras. Así lo ha dictaminado Destino, pero se me hace poco. No es justo.

            Dos ciclos me quedan, las camaradas de mi alrededor prácticamente han desaparecido, algunas se me han unido y las he absorbido dentro de mí, pero ya no me quedan fuerzas, parece que el tiempo hace mella en mi anciano cuerpo, ya llevo setenta y seis ciclos aquí. Espero paciente el último.

            ¡La criatura! ¿Cómo iba a despedirme del mundo sin echarle otra mirada a la criatura?. Entorno los ojos para ver a través de la cristalina superficie… Ahí estás viejo amigo, este es mi fin. Parece que él intuye algo, su mirada ya no está tan perdida, incluso veo determinación. La luz roja desaparece.

            Tras un instante, que ha parecido un ciclo, de negrura absoluta, un verde esperanzador ilumina la zona. Maravilloso, precioso. Se repite el espectáculo de reflejos. ¡Oh, qué dichosa soy!. Hasta siempre criatura bajo la superficie. Hasta siempre vida.

            La superficie vibra y la Muerte se acerca a lo lejos, un muro gigantesco negro va barriéndonos a todas. Pero yo lo saludo, pues he tenido una vida increíble.

***

            Álvaro acababa de llegar al cruce de la Avenida Cantabria con Calle Vitoria. El semáforo estaba en ámbar así que decide parar, no hay prisa, no hoy. Justo cuando el semáforo se pone rojo y marca setenta y siete segundos para ponerse en verde, una gota cae en el parabrisas. “Curioso”, piensa. Mientras ve cómo más gotitas caen alrededor de la primera, va pensando en el fin de semana que le queda por delante. Tiene un par de películas alquiladas del videoclub de Rosa pero no palomitas, antes de llegar a casa pasará por el súper para comprar un par de bolsas.

            Rosa… Nunca ha sido demasiado peliculero… Pero desde que Rosa entró a trabajar en el videoclub de la esquina de su calle… Al menos cada semana iba dos o tres veces, alguna incluso cuatro simulando que se había olvidado una película en casa. Nunca tendría el valor para pedirle salir.

            La luz roja del semáforo hace dibujos preciosos al rebotar sobre las gotas del cristal. Algunos reflejos se juntan y forman figuras imposibles si desenfocas la vista. Ya casi todo el parabrisas está ocupado de gotas, pero Álvaro no ha quitado ojo de la primera que ha caído. Ahora se encuentra unos centímetros más abajo y ha perdido algo de forma, de hecho en cualquier momento podría desaparecer y dejar tras de sí un surco. Un recuerdo, un camino de babas de caracol que pronto todos olvidarían. Pero, contra pronóstico, la gota se hace fuerte, va recogiendo gotitas en su caída y se hace grande.

            Álvaro estaba embobado con la gota, quedaban todavía unos segundos en el semáforo así que jugueteó con la idea de encontrar de nuevo la gota si mirase un rato hacia otro lado. Lo hizo. Buscó la gota, al principio divertido, y no la encontró. Viendo que le quedaban cuatro segundos para que el semáforo se pusiera en verde y aún no había encontrado a su amiga, se puso nervioso.

            Ahí estaba, bastante abajo y con algo menos de volumen, pero ahí aguantaba, intacta y pura. Llena de vida.

            Justo cuando el semáforo se puso en verde, creando otro espectáculo de luces y reflejos, el limpiaparabrisas automático del coche se activó y limpió el cristal de gotas.

            El claxon del coche de detrás despertó a Álvaro de su ensimismamiento. Metió primera y salió dirección a casa. Sonriendo.

            Este fin de semana no habría palomitas en casa, y el Destino del coche no iba a ser la plaza de aparcamiento, al menos no todavía, antes de entrar en el garaje, el coche se pararía frente al videoclub, el videoclub de Rosa.

 
 

24 comentarios

  1. original y bien construido. Enhorabuena.

  2. Despliegue de imaginación.
    Buen relato.
    Suerte.

  3. Hola Dereuda, he encontrado tu relato muy original. No es nada fácil escribir una historia a partir del microcosmos generado por una simple gota de lluvia.
    Enhorabuena y suerte.

  4. Yo suprimiría los dos primeros párrafos (esa voz del destino que adelanta la temporización del semáforo no me gustó nada). Lo releí empezando en el tercero y creo que el relato gana. En cualquier caso está muy bien escrito.
    Suerte.

    • Tienes toda la razón, lo escribí del tirón y cuando lo releí también me chirriaba un poco esa cita del Destino, muchas gracias por la crítica Benito P.

  5. ¡Hola, Dereuda! Me disponía a darme mi habitual ducha antes de irme a dormir y he pensado: «me da tiempo a leer uno de los relatos»; noctámbula que es una. Me he encontrado con tu relato, una suerte porque me ha encantado y además vas a convertir mi habitual ducha en toda una experiencia. 😉
    ¡Suerte, Dereuda!

    • Si en setenta y siete segundos a mí me dio para imaginar eso… ¡No me quiero imaginar en una ducha! Gracias Juno y a disfrutar las duchas 😀

  6. Odiseo González

    Una historia original, intrigante e imaginativa. Si además está bien escrita… Suerte Dereuda.

  7. Otro relato imaginativo y coherente con una historia contada desde dos puntos de vista y que, dejando al lector imaginar, cierra perfectamente todas las incognitas que abre.Me ha encantado leerlo. Enhorabuena Dereuda. Suerte.
    Freya

  8. Hola Dereuda :

    Tu relato es de una fantasía asombrosa,no me parece sencillo arrancar a una visión real esas imágenes y plasmarlas como lo has hecho. Me ha gustado mucho. Felicidades.

  9. Hola Dereuda, y gracias, gracias por hacerme ver, tocar, que la imaginación de los que escriben, entre los que me incluyo, no tiene límites, que cualquier resquicio argumental, si esta bien trabajado (y tu lo demuestras en este texto)puede contener una muy buena historia, supiste jugar con los tiempos, con la imaginación y, por lo menos a mi, me llevaste hasta hipótesis descabelladas, muy ajenas al desenlace que levanto en mi una sonrisa de aceptación. Enhorabuena

  10. Una fábula que va un paso más allá de lo que se llama «auto-ficción», es decir, transformar al autor en un personaje. Jugar al equívoco con uno mismo, en suma.
    Y avanza un paso más porque lo que hace el autor o autora es convertir a los personajes en una cosa, en minúsculas partículas líquidas y minerales.
    ¿Una ingeniosa metáfora sobre la efímera condición humana? ¿Sobre su finitud? ¿Setenta y siete ciclos, o setenta y siete años? Puede. En todo caso y sea lo que sea, resulta consecuente y verosímil.
    La redacción creo que pasaría todas las ITVs habidas y por haber.

  11. La imaginación no tiene límites. El aburrimiento la dispara. Y esa conjunción puede cambiar una vida… O cómo sacar un relato de la nada. Suerte, Dereuda.

  12. Me ha recordado a Cortázar, hacer una historia de algo insignificante, y convertirlo en interesante. Felicitaciones y suerte.

  13. No ha penetrado en mí el epíritu de Walt Disney y tal vez por ello no soy muy dado a perjudicar con la conciencia humana a animales, plantas, montañas y líquidos. Mientras leía tu relato iba imaginando las más extrañas manifestaciones corpóreas de la protagonista inicial, desde un alienígena a células microscópicas y los ojos que visionaba, ni te digo, presentí hasta a un ginecólogo. El desarrollo de la trama me ha atrapado, principalmente porque está muy bien escrita, y el desenlace, sorprendente, me invita a regresar a la humanización de las voces de los animales, plantas, montañas y líquidos.

    • Muchas gracias por tu comentario, me alegra ver que mi intención de despistar e invitar al lector a imaginar, ha dado sus frutos 😀

  14. Invitación a pensar en las diferentes realidades que conviven en un mismo mundo. Suerte

  15. Si se te ocurrió todo esto esperando ante un semáforo… no quiero ni pensar lo que te deparará un atasco en condiciones. Enhorabuena por esa maravillosa imaginación, cuídala.
    Suerte

    • ¡Gracias! Así se presentó la inspiración sí, ahora desenado que llegue ese atasco del que hablas para otra historia 😛

  16. Hola Derueda

    Has escrito una historia muy, muy original. Nos llevas de lo más extraño a lo más cotidiano produciendo un nexo entre las dos caras de la realidad. Enhorabuena, me ha encantado.
    (Por cierto, también me ensimismo observando gotas de lluvia, hormigas corriendo entre baldosas…Ahora lo voy a hacer con otra visión.)

  17. Sí, a mí también me ha sorprendido esta historia. Al principio no sabía por dónde iba a tirar, pero poco a poco me has atrapado. Enhorabuena y suerte.

  18. Dereuda, me ha encantado la forma en que has desarrollado tu relato. Al comenzar, esas figuras que describes, me parecían seres fantásticos y luego, poco a poco, van tomando la forma de lo que son en realidad.
    Está muy bien llevado, tiene simpleza y mucha inocencia. Gracias por tu historia. Felicidades y mucha, mucha suerte.

No se admiten más comentarios