Nº41- El círculo de la vida. Por Ahuntsic

          La tenue luz que aún consigue filtrarse a través del laberinto de tuyas del bosque encantado, alarga las últimas sombras mágicas en un intento desesperado por mantenerlas en vida. En el horizonte, un pequeño círculo rojo con reflejos dorados se diluye entre las oscuras aguas del Timiskaming, el lago profundo. Tan sólo las suaves notas del colibrí entrecortan el silencio reinante.

         Sentados alrededor de la hoguera, varios niños hablan entre ellos bajo la atenta mirada de la anciana sunksquaw, la líder del consejo del poblado anishinabeg. Migwan, que así se llama, esboza una pequeña sonrisa mientras recuerda su propia infancia,  cuando escuchaba las historias que contaban los ancianos junto al fuego, o contemplaba durante horas el maravilloso espectáculo de las estrellas fugaces atravesando el firmamento en las noches de verano y los espectros luminosos de las auroras boreales en las de otoño e invierno.

          Migwan  también revive en su interior los viajes con su padre en la canoa de corteza para cruzar el gran lago en busca de peces, principalmente percas y dorados, con los que alimentarse. Las numerosas islas esparcidas a lo largo y ancho de aquella inmensa superficie acuática, forman un intrincado laberinto de donde no siempre es fácil escapar. Por fortuna, su padre conocía hasta el último rincón del lugar. En aquel tiempo era el chamán de la comunidad, el elegido para mediar entre los manitus o espíritus del bosque y los hombres. Dedicaba buena parte del día a la recogida de hierbas y cortezas que utilizaba para preparar los remedios necesarios contra las enfermedades. Desde muy temprana edad, ella le acompañaba para aprender los nombres de las distintas plantas y especies de árboles. Para los Anishinabeg, todos los elementos de la tierra forman, junto a hombres y animales, parte integrante de un todo: el círculo de la vida.

          Wabanang, una niña risueña y algo inquieta, se acaba de incorporar al grupo. Entre risas, los otros niños le gastan bromas y ella responde sacándoles la lengua. Lleva puesto un precioso wampum, un collar hecho por ella misma con caparazones de caracol. Las mujeres y las niñas del poblado fabrican con sus propias manos los abalorios que más tarde son ensartados en collares o convertidos en correas.

          La noche cae y ahora el silencio es casi absoluto en el bosque encantado. Tan solo el canto del búho se atreve a interrumpirlo.

          ─Migwan, cuéntanos la historia de la creación del nuevo mundo ─exclama Wabanang.

          La anciana sunksquaw mira a los niños.

          ─Hace mucho, mucho tiempo ─cuenta─, nuestros antepasados poblaban junto a otras comunidades toda esta vasta región, desde las blancas y frías tierras habitadas por los Inuit, hasta más allá de las siete islas y del río ancho de aguas saladas; desde los lejanos acantilados donde comienza el día, hasta las extensas praderas en las que acampan las manadas de bisontes. Un día, llegaron hasta aquí unos hombres de piel blanca y cabellos dorados. Venían de tierras muy lejanas. Iban vestidos de azul, aunque después vinieron otros vestidos de rojo. Traían con ellos unas lanzas muy extrañas de las que salía un fuego mortal. Al principio se interesaron en nuestras costumbres, en nuestros poblados y, sobre todo, en las pieles de visón y de castor con las que nos abrigamos del frío. Nos propusieron un intercambio: ellos nos darían algunos objetos traídos de sus lejanas tierras a cambio de pieles. Estaban muy interesados en aquel trato, aunque también preguntaban con insistencia por un mineral de color amarillo al que llamaban oro y que nosotros desconocíamos. Por lo visto, tenía un gran valor. Durante mucho tiempo estuvieron buscándolo, hasta que, cansados de no encontrarlo, finalmente desistieron. Con ellos vinieron otros hombres vestidos con grandes túnicas marrones, que hablaban de un Gran Espíritu al que consideraban el Creador Supremo y a quien tendríamos que adorar a partir de ese momento.

          Migwan interrumpe por unos instantes su relato para beber un poco de agua de un cuenco de barro cocido.

          ─¿Y qué pasó después? ─pregunta Memego.

          ─Los hombres blancos también entraron en contacto con las otras comunidades y llegaron a unos acuerdos que más tarde incumplirían ─prosigue Migwan─. Nos fueron quitando las tierras donde vivíamos desde la noche de los tiempos y reduciendo cada vez más nuestro entorno natural. Los que iban vestidos de azul comenzaron una larga y cruenta guerra contra los de rojo, para ver quiénes de ellos conseguían hacerse con el dominio de la región. Y todo en nombre de sus sachems, a los que llamaban reyes. Implicaron en esta contienda a las diferentes naciones: Innus, Mohawks, Algonquinos, Micmacs, Hurones e Iroqueses, enfrentando a unas contra otras. Les dieron lanzas de fuego para que acabasen con los demás poblados hermanos. Empezaron a poner en peligro el equilibrio entre la Madre Naturaleza, los animales y los hombres, con la tala incontrolada de nuestros bosques. No contentos con esto, trajeron con ellos unas terribles enfermedades que se fueron extendiendo con gran rapidez por todos nuestros poblados. Los chamanes no encontraron ningún remedio que frenase aquella plaga, por lo que un gran número de hombres, mujeres y niños murieron en poco tiempo.

          Migwan hace otra pausa al tiempo que dirige la mirada hacia el cielo estrellado.

          ─¿Nos siguen atacando esas enfermedades? ─pregunta ahora Hiawatha, un niño menudo que sostiene un pequeño arco con ambas manos.

          ─No, ya no ─responde ella─. Con el tiempo, los dos bandos de rostros pálidos firmaron un tratado de paz y se distribuyeron nuestras tierras sin tenernos en cuenta. Su codicia no tenía límite. Nos marcaron los territorios donde tendríamos que vivir a partir de entonces, a los que denominaron reservas. Ya no seríamos libres de cazar y pescar donde quisiéramos, ni tampoco de trasladar nuestros poblados de un lugar a otro. Nuestra lengua empezó a desaparecer, debido a la influencia de las que hablaban los invasores que, en gran número, se asentaron por toda la región. Primero levantaron pequeños asentamientos. Ellos los llamaban fuertes. Sus tipis estaban hechas con madera proveniente de nuestros bosques. Poco a poco, aquellas comunidades fueron creciendo, debido a la gran afluencia de hombres blancos llegados desde sus lejanas tierras. Con el tiempo, se convirtieron en inmensos poblados con torres muy altas llenas de agujeros y que parecían colmenas gigantescas habitadas por humanos. Las llamaron ciudades, y a muchas de ellas les pusieron nombres en nuestra lengua. Nuestros jóvenes perdieron su identidad y se dedicaron al contrabando de tabaco y al consumo de alcohol, una bebida mortal que también habían introducido. Y lo que es peor, aquellos diablos de cabellera dorada alteraron con su maléfico comportamiento el círculo de la vida, lo que desencadenó una serie de grandes catástrofes, como el deshielo de la región donde vivía el gran oso blanco, que terminó por extinguirse. Las devastadoras inundaciones que llegaron después acabaron con todas las cosechas. El hambre se generalizó, mermando considerablemente la población, y aquella civilización basada en el saqueo y la destrucción de los recursos naturales empezó a derrumbarse.

          ─Fue entonces cuando intervino el Gran Espíritu, ¿verdad? ─exclama Wabanang, quien ya había escuchado esta historia con anterioridad.

          ─Intuyendo el terrible destino que nos aguardaba ─continúa Migwan─, el Consejo Supremo de la Nación Anishinabeg se reunió de urgencia para analizar la situación. En aquel encuentro, que duró siete soles, se decidió que todos los miembros de la comunidad se trasladarían al bosque encantado para levantar el único asentamiento humano que iba a sobrevivir a la última gran catástrofe. El recinto sagrado, a orillas del Timiskaming, era el último reducto natural que había quedado fuera del alcance del hombre blanco. Allí también encontraron refugio las diferentes especies animales en peligro de extinción. Finalmente, llegó el día en que, cansado de aquel irracional comportamiento que estaba destruyendo el ciclo natural de la Madre Tierra, el Creador, Kichi Manitu, decidió inundar por completo el mundo. Sólo se salvó el bosque encantado. Para que renaciese uno nuevo, un animal tendría que ir a buscar bajo las aguas un puñado de tierra y traerlo a la superficie. El primero en intentarlo fue un ave, el huard, considerado como el maestro nadador. Al cabo de un sol, éste apareció de entre las aguas completamente agotado, casi muerto, pero sin el puñado de tierra. El siguiente en probar suerte fue el pato, pero también en vano. Después se sumergió la nutria, con idéntico resultado. Más tarde lo intentaron el visón y el castor, que tampoco trajeron nada. Al final, el ratón almizclero, lejos de desanimarse, explicó a los demás que, para conseguir alimento, a menudo tiene que sumergirse varias veces. En ese momento, y ante la atónita mirada de sus amigos, desapareció en el agua. No se tuvieron noticias del animalito durante tres soles. Para gran sorpresa de todos, que ya le creían muerto, el ratón almizclero reapareció al cuarto día. Extenuado, abrió los ojos y dejó entrever un montoncito de tierra que llevaba en una de sus diminutas patas. Entonces, el Creador tomó al pequeño animal, símbolo de la humildad y la perseverancia, y lo puso sobre la espalda de la tortuga, creando de esta manera el nuevo mundo.

          Migwan hace una pausa y vuelve a beber del cuenco. Los niños la miran en silencio. Al cabo de un rato, la anciana sunksquaw continúa:

          ─En el renacido círculo de la vida, los animales y los hombres firmaron un pacto, por el que éstos se comprometían a observar ciertas normas de conducta: no se debe matar a ningún animal sólo por placer; cualquier sufrimiento inútil tiene que ser evitado; la caza y la pesca deben servir exclusivamente a la supervivencia de las familias; cada ser humano posee un animal tótem que lo acompaña a lo largo de su vida. Así, los hombres y los animales volvieron a vivir en armonía, bajo el signo del respeto mutuo, con todos los elementos de la Madre Tierra. Y ahora sois vosotros los que tenéis que velar por que el círculo de la vida siga intacto y no se vea de nuevo alterado. Les contaréis a vuestros hijos y a vuestros nietos esta historia ancestral.

          Cuando Migwan termina de hablar, se levanta y se dirige hasta la orilla del gran lago. Una vez allí, levanta la vista al cielo. En sus ojos se refleja ahora una estrella fugaz que cruza rauda el firmamento. Sonríe. Mientras tanto, los niños, entre risas y chascarrillos, empiezan una alegre danza formando un círculo alrededor del fuego.

 

Nota del autor: este relato está inspirado en una antigua leyenda algonquina, la del ratón almizclero y la creación del mundo, transmitida por vía oral de generación en generación.

 
 

45 comentarios

  1. Por si no has vuelto a pasar por mi relato y no has leído mi agradecimiento, muchas gracias, Ahuntsic, por tu apoyo a mi relato. ¿Sabes que he pensado nada más entrar aquí para dejarte este comentario?, que sería genial que tu relato estuviera entre los finalistas del público (en lugar del mío), o esté entre los del Jurado, porque seguro que sería leído por más gente, y tu relato debería ser lectura obligatoria, para, al menos, tomar conciencia de que seguimos poniendo nuestro granito de arena pero precisamente para enterrar, para seguir destruyendo.

    Besicos.

    • Hola Juno, muchas gracias por tu comentario. La verdad es que sí he vuelto a pasarme por tu relato y he leído tus agradecimientos. No hay de qué. Te he votado porque creo que te lo mereces.
      En cuanto a mi relato, vamos a ver qué es lo que le depara el destino. Nunca se sabe. Está claro que a todos nos gusta que nos lea el mayor número de personas, aunque esto no es siempre posible. Me ha hecho mucha ilusión lo que has escrito sobre mi relato. Agradezco mucho tus bellas palabras. Para mí es una gran satisfacción el saber que lo que escribo le llega a alguien, aunque solo sea a una persona.
      Mucha suerte en todo.

      Más besicos

  2. Permíteme que me siente contigo un rato alrededor de la hoguera que dibujaste y te dé las gracias por tu confianza.
    Mucha suerte en todo.

    • Es un placer para mí compartir sitio y fuego contigo, bajo un manto protector lleno de estrellas fugaces y auroras boreales.
      Mucha suerte también para ti, Distinta.

  3. J.B. Ballantines

    «Cuando el último árbol
    sea cortado, el último río
    envenenado, el último pez
    pescado… sólo entonces el
    hombre descubrirá que
    el dinero no se come»
    Proverbio de los Indios Cree.
    Hola, Ahuntsic. Tu relato me ha recordado a «El verano del pequeño san John», de Crowley. Creo que está muy conseguida la ambientación y el giro del final, que desubica al cambiar las referencias temporales que el lector, hasta ese momento, cree tener controladas. Quizá eche en falta algo más de caracterización de personajes, pero en este cuento, has querido primar la riqueza referencial y el mensaje, lo que es una opción muy válida. Me ha gustado, mi enhorabuiena.

    Te deseo suerte.

    • Sabio proverbio, amigo J.B. Ballantines, como sabia era la cultura de estos pueblos. Es una pena que con el tiempo ésta haya quedado reducida tan sólo al recuerdo de lo que un día fue un modo de vida muy respetuoso con todos los elementos de la Naturaleza. Cada vez que tengo la ocasión de volver a la región del Timiskaming, o lago profundo, intento imaginarme a las canoas de corteza cruzando aquella inmensa superficie acuática, pero enseguida me despierta el rugido de los motores de las embarcaciones de recreo que en la actualidad surcan esas aguas.
      Gracias por tus palabras y por leerme.
      Un saludo.

  4. Qué bonito cuento y recreación del ambiente y el carácter sereno de los poblados indígenas. La transmisión de la sabiduría ancestral a través de las generaciones, el respeto a la naturaleza. Creo que has sabido tocar el tema con delicadeza y un lenguaje muy visual. Ojalá hubiésemos sabido preservar ese mundo. Enhorabuena, porque es un cuento no muy visto en los concursos. Ahí va mi voto.

    • Hola Epicúrea, muchas gracias por tus bellas palabras. Has captado muy bien el espíritu del relato, que en el fondo, es tan sencillo como imaginarse lo bien que estaría vivir en un mundo donde el ser humano respetase el equilibrio entre todos los elementos de la Naturaleza y tratase de conservar esta armonía para siempre. Sé que hoy día nos encontramos muy lejos de esto, y que el planeta entero ha entrado en una dinámica de autodestrucción que da miedo. Por eso conviene recordar de vez en cuando que también ha habido culturas muy sabias a las que deberíamos haber hecho caso desde hace mucho tiempo.
      Gracias por leerme y por tu voto.

  5. Comparto a propuesta de que esta historia nació para ser leída a la luz de una hoguera, en medio de un pequeño claro en el bosque desde donde se puedan divisar infinidad de estrellas.

    Algunas leyendas deberían de perdurar sólo a través de la palabra no escrita.

    Enhorabuena por tu historia.

    • Hola Distinta:
      Sí, hay que escuchar esta historia junto al fuego y en un entorno natural donde sólo pueda oírse el canto del búho.
      Gracias por leerme.
      Un saludo

  6. Es una historia para ser escuchada, no leída. Que precisa del fuego y de la noche y del entusiasmo y la ingenuidad de la infancia. Y tu prosa consigue ese milagro. Porque yo la escuché al calor del fuego, bajo el manto de las estrellas. Y volví a ser niño.
    Enhorabuena.

    • Hola Benito P., me hace feliz saber que te has sentido como un niño más de la comunidad algonquina escuchando el relato de Migwan, la anciana sunksquaw. En realidad se trata de eso, de imaginarse estar escuchando esta historia junto al fuego y bajo un cielo plagado de estrellas.
      La cultura no escrita de las comunidades amerindias está repleta de historias como ésta que se han transmitido vía oral de generación en generación.
      Gracias por leerme.

  7. Hola Ahuntsic,

    no sé si habré escrito bien tu sonoro alias. Te quiero dar las gracias por haberme envuelto en una historia preciosa, dentro de la que se narra otra que es fundamental. Estoy totalmente de acuerdo con la última persona que ha comentado que debería ser lectura obligatoria para niños de Primaria. Qué gran sensibilidad destilas.

    Te deso lo mejor en este concurso,

    Pacífica

    • Hola Pacífica:

      Mira qué bien. Tu nombre encaja perfectamente en mi historia. Muchas gracias por leerme y por tu amable comentario. Cuando vemos cómo funciona el planeta, donde el supuesto «primer mundo» tiene que protegerse con altas murallas llenas de trampas para impedir el acceso del «segundo y tercer mundo», que huye de las guerras y de la miseria en las que aquel les ha sumido por su propia codicia y sus políticas imperialistas, cuyo único objetivo es el de controlar los recursos de la Tierra a cualquier precio, sin importarle el sufrimiento de los seres humanos ni las consecuencias que su nefasta actuación está ocasionando en lo que respecta al equilibrio de la Naturaleza, cuando vemos todo lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, decía, entonces pienso en lo mucho que nos pueden aportar todas aquellas culturas ancestrales que poco a poco, y por desgracia, están cayendo en el olvido.
      Gracias otra vez por leerme.
      Un cordial saludo.

  8. hola,
    es un relato estupendo, creo que se debería dar a leer a todos los niños de primaria porque en ellos estará parte de la solución de la vida en este maravilloso y a la vez hostil planeta. Solo espero que todavía estemos a tiempo, aunque si vuelve a ocurrir más les valdrá a los animales que no pacten nada con los humanos.

    • Hola Mati, agradezco mucho tu comentario y me alegro de que te haya gustado este relato inspirado en una cultura muy sabia y muy respetuosa con la Madre Naturaleza.
      Estoy totalmente de acuerdo contigo en que son sobre todo las nuevas generaciones las que tienen que tomar conciencia del problema pues de ellos va a depender el futuro del planeta. Y por supuesto que esto sólo se logrará a través de una educación adecuada desde los primeros años.
      Un saludo y gracias por leerme.

  9. Hermosa leyenda, bella historia. Un planteo de nuestros defectos y una mirada a la naturaleza. Una advertencia. ¿Aún estaremos a tiempo?

    • Hola Duna, me alegro de que te haya gustado la historia. Yo también espero que aún estemos a tiempo de cambiar el destino del planeta. Pero no podemos esperar mucho más.
      Un saludo y gracias por leerme.

  10. Como tú mismo dices al final se trata de una antigua leyenda algonquina transmitida de generación en generación. Por lo que dice el comentarista anterior, supongo que ya te habrán dicho casi todo. Yo he disfrutado al leer el cuento, desde un punto de vista estrictamente literario está muy trabajado, con la utilización de un lenguaje poético apropiado y supongo que perfectamente documentado. La moraleja (si es que se puede hablar de moraleja a estas alturas de nuestra civilización tecnócrata y ultra moderna condenada a repetir incesantemente sus errores) de vivir en armonía hombres y animales suena realmente bonita aunque desgraciadamente lejos de cualquier realidad actual.

    De cualquier manera, Ahuntsic, gracias por recordárnoslo en un relato donde lo lírico prevalece sobre cualquier otra emoción.

    Suerte

    • Hola Enara, me alegro de que hayas disfrutado con la lectura del cuento. Cuando escribimos una historia del tipo que sea, yo por lo menos busco, además de despertar el interés del posible lector, que éste se involucre de alguna manera en el relato y se sienta partícipe como un personaje más. Si soy capaz de conseguirlo, para mí es el mayor motivo de satisfacción.
      En cuanto al tema de la documentación del cuento, te puedo decir que hace tiempo que comencé a interesarme en estas culturas cuando descubrí la enorme fuente de sabiduría que todas ellas suponían, a pesar de no contar con textos escritos.
      Un saludo y gracias por leerme.

  11. Comentar cuando ya te han dicho todo lo que me evoca y me dice tu relato-historia-leyenda hace que las palabras nuevas sean pocas, me quedaré con el mensaje positivo que para mi significa tu «circulo de la vida», esa posibilidad con que siempre contamos los humanos de poder enmendar nuestros errores y que por desgracia tan pocas veces usamos.
    Un saludo

    • Hola Madroca, agradezco mucho tu amable comentario. Yo creo que el gran error del hombre moderno es el de creer que puede con todo y que un día será capaz de dominar, no sólo el planeta Tierra, sino que también el resto del Universo. Pienso que hace tiempo que hemos entrado en una dinámica autodestructiva, y si no cambiamos el rumbo de las cosas, cada vez irá a peor.
      Gracias por leerme.

  12. Espero que a la tribu amerindia que describes, le haya ido mejor su diluvio particular, que a nosotros con el que protagonizó Noé. Dos culturas se entrelazan, con un ratón y una paloma trayendo la buena nueva, y me pregunto si una no será copia de la otra. Fuera como fuere, haces muy bien en traernos esa leyenda a nuestras conciencias y, además, consiguiendo lo que en una contestación tuya he leído como el propósito que te guia al escribir: «Lo más importante para mí cuando escribo alguna historia es que ésta consiga transmitir su esencia y al mismo tiempo interese al posible lector y le haga pasar un rato lo más ameno posible»

    • Hola Anaconda, has tocado un tema muy interesante: el de las culturas entrelazadas. Y hay bastantes ejemplos de esto a lo largo de la Historia. Para mí, el nexo común es la propia naturaleza humana. Ya sea en una parte u otra del planeta, el hombre ha buscado siempre una interpretación del mundo a través de los fenómenos naturales que se han producido en las diferentes épocas.
      Me alegro de que te haya interesado mi historia y que hayas pasado un buen rato.
      Gracias por leerme.

  13. ¡Hola, Ahuntsic! Me disponía a dejarte un comentario y de repente me he quedado «sin letras» de tantas cosas que comentaría; quizá porque todo lo que pueda decir yo lo expresa mucho mejor tu precioso relato o lo dice alguno de tus comentarios. Por cierto, tus personajes tienen voces para mí, han aparecido automáticamente, los de la película de dibujos “Hermano Oso”… Cosas de la mente (y de haberla escuchado unas muchas veces). Gracias por crear este relato, seguro que alguna raíz echa 😉
    ¡Suerte, Ahuntsic!

    • Hola Juno, agradezco mucho tu amable comentario. Me alegro de que te haya gustado mi historia. Si hubiéramos conservado muchos de los valores de esas culturas a las que denominamos «primitivas», estoy seguro de que el mundo iría muchísimo mejor.
      Yo también pasaré a hacerte una visita.
      Gracias por leerme.

  14. Preciosa narración, Ahuntsic. La belleza de la leyenda queda reforzada por la de tu excelente composición del marco y los personajes que la reflejan. Has llenado de poesía y dulzura la transmisión de una tradición que sigue resultando imprescindible (¡Ay, qué triste vida!) y el conjunto resalta aún más los valores que transmites.
    La escritura, impecable, termina de redondear un conjunto delicioso.
    Si la docencia no es lo tuyo, igual podrías considerarlo…
    Un saludo y enhorabuena.

    • Hola Bogardilla, el caprichoso azar nos tenía reservado un pequeño destino común, o mejor dicho, una especie común en lo que respecta a nuestros seudónimos. Un pez ibérico y otro americano. ¿Tu crees en el azar?
      Muchas gracias por tus bellas palabras. Lo más importante para mí cuando escribo alguna historia es que ésta consiga transmitir su esencia y al mismo tiempo interese al posible lector y le haga pasar un rato lo más ameno posible. Si esto es así, me doy por satisfecho. He cumplido el objetivo principal.
      Y en lo que se refiere al tema de la docencia: caliente, caliente. Casi quemando.
      Gracias por leerme.

  15. Desde mi punto de vista, por la estructura utilizada yo no lo calificaría como un relato al uso, tal y como se entiende en literatura(no existe conflicto o gancho inicial, desarrollo del mismo y desenlace, éste cerrado o abierto), sino de la narración, más o menos fabulada y a través de las palabras de la anciana Migwan, de sucesivos fragmentos de la leyenda en que se basa. Así es como se plantea en cuanto rebasamos un primer tercio de ubicación geográfica y temporal.
    La documentación es uno de los protagonistas fundamentales del texto. Abundante, precisa y no me cabe duda que fiel a la leyenda.
    Así las cosas, una vez liberada de corsés la historia que se cuenta me parece interesante y bien escrita.

    • Hola Alex, me alegro de que mi historia te haya parecido interesante. En realidad, la antigua leyenda amerindia no se muestra fraccionada a través del relato, sino que se cuenta entera al final, a partir del momento en que Migwan explica a los niños cómo el Creador, Kichi Manitu, decide inundar el mundo y crear uno nuevo. Y es esta leyenda la que me ha inspirado el resto de la historia. Los lugares descritos son auténticos. Los he visitado personalmente, y te puedo decir que en verdad son mágicos. También he tenido la suerte de conocer algunas reservas autóctonas, en concreto, las pertenecientes a las comunidades algonquina, hurón y micmac. Su cultura hace tiempo que despertó en mí un gran interés.
      Y sí, tienes razón, no es un relato al uso. Pero pensé que, para este tipo de historia, era mejor así.
      Gracias por leerme.

  16. Otra hermosa historia que pasa ser escrita para el recuerdo después muchos años de ser contada. El mensaje eue trasmite de armonia con la naturaleza es tan necesario y tan vigente que da escalofrios. Deberíamos escuchar más a nuestras ancianas «sunksquaw».
    Enhorabuena y suerte.

    • Hola Freya, me hace feliz que te haya gustado el relato. Tú también has captado a la perfección el mensaje que he querido transmitir a través de esta historia.
      Gracias por leerme.

  17. Ahuntsic hola :

    No puede ser más bonito el relato,no puede estar mejor contado. Lo que empezó cómo literatura oral transmitida de generación en generación llega aquí de tus teclas de una forma maravillosa.
    Y no sólo eso sino que el relato aborda un problema de sostenibilidad, la carencia de armonía del ser humano actualmente con la naturaleza y su falta de HUMILDAD.

    Mensaje, estética, magia.. ¿Alguien da más? Enhorabuena me ha deleitado tu narración.

    • Hola Furtiva:
      Agradezco mucho tus bellas palabras acerca del relato. Me alegro de que te haya gustado. La verdad es que he querido transmitir esta antigua leyenda amerindia porque creo que, sobre todo en estos momentos, deberíamos aplicar la misma filosofía de vida que aplicaron siempre estas culturas ancestrales en lo que respecta, no sólo al respeto por la naturaleza, sino que también al respeto entre los seres humanos, dos cosas que se están perdiendo cada vez más, y así nos va.
      ¿Sabías que en aquellas comunidades aborígenes había una total igualdad entre hombres y mujeres? Éstas podían desempeñar, al igual que aquellos, el rol de líderes del consejo de la comunidad. Y tanto mujeres como hombres participaban en igualdad en los debates que allí se daban. Eran verdaderas sociedades democráticas, no como ahora, que parece que somos los occidentales los que hemos inventado la democracia, por llamarlo de alguna manera. No hay nada más que ver como funcionan nuestras sociedades. En fin…
      Gracias por leerme.

  18. Interesante relato. Me ha gustado y puede que sea una poética premonición. También se dice que en algún momento, el proceso de extinción masivo al que el ser humano somete al planeta, sea irreversible y provoque su propia extinción. El ser humano es cada vez más sofisticado en su proceso de acabar con todo. Puede que ya nos estemos extinguiendo aunque aun no nos hayamos enterado

    • Hola Agnódice, tienes razón cuando dices que el ser humano es cada vez más sofisticado en este proceso de autodestrucción. Yo soy de la opinión de que ya hemos empezado este proceso autodestructivo, y aunque poco a poco y a nivel global se esté dando una mayor toma de conciencia a este respecto, aún no se están tomando todas las medidas necesarias para cambiar el rumbo de las cosas. Y la verdad es que no soy demasiado optimista a este respecto.
      Gracias por leerme.

  19. Precioso relato lleno de evocaciones mágicas de otras culturas y de otras formas de mirar el mundo, la vida y la relación del hombre con su entorno. Muchas felicidades y suerte

    • Noniná, me gusta tu seudónimo. Me hace feliz que te haya gustado el relato. En efecto, el conocimiento de algunas culturas lejanas y desconocidas para una sociedad como la nuestra, basada en un consumo feroz e irracional y, sobre todo, en valores muy materialistas, solo puede ser positivo para que nos replanteemos una nueva forma de vida más respetuosa con nuestro entorno.
      Gracias por leerme.

  20. Muy bonito este relato. Cuánto debemos aprender de estos pueblos, nos acercaría al círculo de la vida, que falta nos hace. Enhorabuena y suerte.

    • Hola Gaia, me alegro de que te haya gustado el relato. A menudo se ha dicho que los pueblos sin tradición escrita no han tenido una verdadera cultura, pero esto no es cierto. En las culturas amerindias, muy ricas en valores y conocimientos, la transmisión de éstos se ha hecho vía oral, llegando sin problema hasta nuestros días. Y sí, tenemos mucho que aprender de estas culturas.
      Gracias por leerme.

  21. Odiseo González

    Una preciosidad de cuento. Yo quiero vivir en ese nuevo mundo.
    La vieja sabiduría de la Naturaleza acabará imponiéndose. Cuánto me gusta este cuento. Estará entre mis favoritos. Gracias, Ahuntsic. No sé si se escribe así. Sin duda debe ser un nombre indio. ¿Eres indio o india? Yo creo que sí.

    • Buena pregunta, estimado Odiseo. Lo bueno de este nombre, originario de una importante comunidad aborigen de América del Norte, la de los Hurones, es que vale tanto para mujeres como para hombres, por lo que tendrás que averiguar a qué grupo pertenezco. Eso sí, siempre me ha interesado todo lo relacionado con la cultura amerindia, por lo que algo india, o indio, sí que soy.
      Gracias por leerme.

  22. Precioso relato, bien escrito, que motiva a seguir leyendo sin cesar hasta que se acaba como en un precipicio que nos hace despertar (a mí para volver otra vez a la primera línea y continuar releyendo una vez más) Me ha encantado. Mucha suerte en el concurso.
    Adel.

    • Hola Adel, si has vuelto a la primera línea y has continuado leyendo, entonces la historia se habrá repetido, creándose un nuevo círculo de la vida. Todo es cíclico, según dicen, aunque en el caso de mi historia es mejor que el ciclo de destrucción de la Naturaleza se termine para siempre dejando paso a otro donde el respeto a todos sus elementos sea uno de los pilares sobre los que se asiente una nueva civilización. En este sentido, tenemos mucho que aprender de aquellas culturas que fueron siempre respetuosas con el medio ambiente.
      Gracias por leerme.

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