Nº26 – Una canción para Sibelius. Por Joluan

               Estoy detrás de la puerta entornada que conduce a la habitación desnuda, llenas las paredes de espejos del piso al techo,con su barra de ejercicios a la altura adecuada. El salón de calentamiento, lo llama ella,  en la oscuridad de esta noche sin luna, sólo el tenue resplandor de la farola de la calle, hace refulgir el parqué y  hace ver fantasmagórica a la figura que solitaria con su traje de ballerina, danza y hace cabriolas mientras desde el equipo de música, queda se escucha la tantas veces oída noche tras noche. La Lemminkainen suite de Sibelius.  En sus noche de insomnio, en que desde esta misma posición, he visto desmayarse de dolor y cansancio a Flora, como la estoy viendo ahora, sólo una vez, la primera me atreví a entrar y tratar de ayudarla, fue tal su azoramiento y enojo, que no volví a entrar. Me doy la vuelta y marcho al dormitorio, mientras la Suite sigue sonando mi última imagen es de  Flora, llora sentada en el parqué..

              Simulo dormir, cuando tras ducharse y cambiarse, se introduce calladamente, en la cama, sé que no dormirá y que a las ocho, estará en pie esperando a las alumnas, que con su juventud y salud, le machacan día tras día, que ella ya no tiene ni una ni otra, con este pensamiento me voy durmiendo.

               La conocí, mientras  hacía un reportaje del teatro donde su grupo de ballet presentaba un acto, Yo trabajaba de free lance para diversas publicaciones y diarios en París en temas culturales, me asombró la fuerza y carácter que emanaba de ella. Luego coincidimos en Praga y Viena. Ella viajaba de tournee con un grupo de ballet clásico de España. Cuando le hice un reportaje suscité su ira cuando le dije que pensaba que allí sólo bailaban famenco. Pedí perdón por mi comentario, pareció aplacarse y fue muy amable y muy entendida en su profesión era la segunda bailarina, con miras a ocupar en un futuro muy próximo el sitio de honor, de primerisima.

                  Fue en Praga cuando ocurrió el accidente, la Primera bailarina estaba resfriada y a última hora, decidió no actuar, le preguntaron a Flora, según me contaron despues: Si podía suplirla y contestó < Siempre he estado lista > interpretarían en honor a la república Checa una coreografía de la Sinfonietta de Janacek y luego a Mahler. Yo asistía fue durante la sinfonietta que tiene muchos saltos y uno particularmente difícil en que la bailarina cruza el escenario seguida de su coro y salta, su pareja suavemente cargándola le da impulso para que siga,  el bailarín no había ensayado con ella, en el momento de impulsarla, calculó mal el peso de Flora que era inferior al de la primera bailarina, cayó a tres metros se rompió la cadera, en tres partes.

                 La Tournee debía continuar, me ofrecí para quedarme y cuidarla, ya que tenía que  hacer unos artículos en Praga. Pasaron tres meses, entre operaciones y convalecencias. Su embajada, la facilitó una casa, no se podía valer por si misma. Me ofreció empleo, me mudé con ella, me dijo que nunca ha solicitado ayuda a nadie que no  haya pagado.  En todo este tiempo no le conozco ningún familiar.

                Fueron meses intensos, de dolores, quebrantos y arrebatos, maldiciones y desaliento a solas , cada cita del terapeuta la soportaba con estoicismo. A él no le emitía ninguna queja, se sometía al tratamiento,  sólo yo la veía llorar en la bañera donde pasaba horas ahí se sentía sin dolores, liviana. Aprendí a ver su cuerpo desnudo, débil, maltrecho, en los puros huesos y a soportar sus palabras, que no eran insultos, pero herían, mientras la secaba, la cambiaba, la depositaba en su lecho. Era nuestra rutina, por ella hice un curso de terapeuta, para poderla atender..

                Hasta que comenzó a caminar primero en dos barras paralelas, donde pasaba horas, hasta que agotada, me pedía que la llevase a su cama,  descansaba, para volver a insistir.. Meses después comenzó a andar con  muletas, salíamos al parque todos los días con buen tiempo o sin el , ahí si la veía sonreir bajo la lluvia mojándose, llegó el momento del regreso a su pais,del alta definitiva. Me preguntó  si iría con ella, le dije que si. .

               Han pasado cuatro años desde que nos mudamos a esta casa, en Madrid, que le cedió el ministerio de cultura, en mi cuenta bancaria cada mes, el día cinco me ingresan un dinero, supongo que es ella o algún instituto o un benefactor, ni lo he preguntado ni me lo han dicho, sigo siendo para ella parte del conjunto, un mueble, el que le hace las terapias, el que la ayuda, el que se queda afuera de su baño por si necesita ayuda, sin quejas sin decirle nada a nadie, ayudando a que se restablezca, aunque los médicos nos  han dicho que nunca volverá a ser una prima donna,  se ha logrado deshacer de las muletas aunque cuando nadie la ve o ella cree que nadie la ve, se apoye en lo más cercano, para descansar y no caer..

             Dos años después de llegar aquí, me contó que quería poner una academia de ballet, me pareció magnífico que tuviera algo en que distraerse y fueron meses, de trabajo, de gente en casa, de polvo, serrín, hasta que quedó terminado. Parqué con suelo radiante y  tal y como lo había soñado, poco a poco la escuela se ha ido llenando, ahora a dos años de su fundación goza de prestigio y muchas alumnas que por un riguroso criterio son admitidas, unas antiguas compañeras suyas ahora la ayudan con las clases y está mas animada.

             Sucedió hace un año, que me invitó a su lecho, lo sentí como un devenir natural, después me dijo que necesitaba de un hombre y yo era el que estaba más a mano. Algunas veces cuando se pone furiosa porque la cadera, a pesar de los medicamentos, la deja en cama sin poder movilizarse, entonces la paga conmigo, diciendo que sino fuera por ella me moriría de hambre en la calle y que en vez de tomarme media mañana en la calle buscando algún trabajo que nunca me saldrá vivo a sus expensas, la miro y callo, se le pasa pronto y entre sus sollozos y mis masajes, me pide perdón, la perdono.

                Hace algún tiempo ya mientras le hacía la terapia, me dijo que porque no dormía en su cama en su habitación, porque mi cuarto estaba muy alejado y podía necesitarme.

              Nunca hemos hablado sobre esto, lo damos como implícito y tampoco nadie que trabaje o venga a casa ha preguntado nada, desde entonces duermo con ella, sin que  implique otra obligación, si me entienden.

               Estoy en una terraza disfrutando del sol,  de un capuchino y un cigarrillo, ella no soporta el humo, he pasado por mi buzón de correos, he recogido algunos sobres y las confirmaciones de aceptación de artículos,  relatos y cuentos de diversas publicaciones, así como también he ido al banco a verificar los ingresos hechos por este concepto,  sin problema, están validados. Una verdadera sorpresa ha sido al abrir un sobre, la editorial ha aceptado la novela que les envié, posteriormente discutiremos los términos, pido otro capuchino.

                  Entro en la casa las notas del vals de las flores de Tchaikowsky flotan en el aire, aunque se que las clases de la mañana han terminado hace un buen rato, subo a cambiarme, entro en el  baño de visitas, me ducho y hago gárgaras con un enjuague por lo del cigarrillo, salgo con ropa deportiva, toco en la puerta de su baño, llamándola por su nombre.

               Mientras le doy un masaje y tonifico los músculos de las piernas, me pregunta que tal me ha ido en mi salida, la miro, me dice que preguntó por mi en un receso y le dijeron que había salido, prosigo con el masaje. Le cuento que fui a comprar artículos de tocador y algo de ropa. Desentendiéndose del asunto me pregunta si esa tarde podemos salir..

           Quiere ir el teatro, que este año ha alquilado en  donde sus alumnas ensayan, donde en un mes  se graduaran, bailaran y al final cuando salga al escenario acompañándolas  a agradecer serán  ovacionadas  y con un ramo de rosas blancas en los brazos se sentirá otra vez no la maestra, sino la protagonista.

              La he dejado conversando con el director y los tramoyistas, mientras yo me tomo un café en este bar de enfrente al teatro . Tengo tiempo y  mientras escribo esta historia, suenan melodías dentro de mi cabeza, las tantas veces escuchadas asociadas con el dolor, esta vez  suenan como mi despedida..

 

 

11 comentarios

  1. Al leer esta historia me he imaginado en el cine. Es una buena trama para una película. La despedida final rasga la pantalla y nos deja pensando, ¿por qué?

    Suerte!

  2. Dejando a parte los «fallos» de puntuación, estoy de acuerdo con Benito P: no es una historia de amor, sino de dependencia mutua. Dependencia física por un lado y económica por otro. Quizás eso justifica la descripción de los personajes y la atmósfera del relato, frías ambas. El equilibrio entre ambas prestaciones se rompe con el éxito del cuidador y el dinero en su cuenta bancaria. Entonces, el fracasado periodista le dice adiós a su dueña, sin acritud y sin aspavientos. La belleza del relato viene de la mano con la música de la banda sonora.
    La historia, para mí, se salva por la coherencia de esa frialdad de los personajes con la historia.
    Por lo demás… me han entrado muchas ganas de fumar.

  3. Me costó leerla por la puntuación, uno se acostumbra a esas muletas y sin ellas cuesta avanzar.
    En cuanto a la historia no creo que sea sentimental, los personajes son fríos, impersonales. Anaconda pregunta: ¿por qué la despedida? Y yo añado: ¿por qué el encuentro? ¿por qué la continuidad? Y, por favor, no me hablen del amor. El amor es otra cosa.

  4. Destaco, como los compañeros, que es una historia bonita, muy bonita, que parece perfecta, más que para teatro, para una hermosa película. Pero no puedo dejar de recomendarle que trabaje mucho (o se busque quien lo haga) la parte técnica. Su edificio me recuerda a los de Calatrava, preciosos, pero…

  5. Al leer tu relato me sentía sentado en la platea de un cine, contemplando la película que dibujas. Una verdadera historia de amor, pero… ¿por qué la despedida?

  6. Es un historia escrita con sensibilidad donde va desgranando el día a día de dos seres desdichados. Un final abierto para ese pobre «cuidador» enamorado que se ve relegado al estado de felpudo.
    Muy bueno, y espero tengas suerte en el certamen.

  7. Joluan:

    Me ha gustado su historia y su manera de contarla. Su voz es tan imponente que minimiza esos deslices de redacción, acentuación y puntuación. Continúe con esta maravillosa afición —que lo es para todos nosotros—, y creo que puede llegar muy lejos. Enhorabuena y suerte.

  8. Odiseo González

    Después de todo, ¿se irán cada uno por su lado? ¡Que pena!
    Suerte.

  9. Me gusta la psicología del personaje y ese final abierto en el que se entrevé una despedida. Enhorabuena

  10. Joluan totalmente de acuerdo en que su relato tiene alma Una bonita historia si, sencilla pero profunda. Le deseo mucha suerte y reciba un abrazo compañero.

  11. El Pérfido Samaritano

    Joluan es un/a prometedor/a contador/a de historias. La técnica la aprendemos con el tiempo, pero el alma, la capacidad de transmitir con sencillez, sin recurrir a artificios espurios, esa ya la tienes. A la vista está.

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