El autobús continuaba su camino. Ya estaban a punto de llegar a la plaza de Felipe segundo. Ernesto deseaba que aquella chica de mirada dulce que antes le había sonreído no se bajase antes que él, pero esa duda, imposible de prever, le ponía cada vez más nervioso. Por momentos se decidía a dar el paso, levantarse, y sentarse a su lado. Imaginaba que lo hacía. Se sentaba junto a ella sin decir nada, luego se miraban, y cerrando los ojos, sentía cómo los delgados labios de la chica se encontraban con los suyos, necesitados y urgentes como los de los poetas. Iba y venía de su irrealidad a sus asuntos sin apenas enterarse de lo que sucedía a su alrededor. Tampoco le importaba mucho. Sólo un fatal devaneo del destino le impediría conocer a la chica que tenía delante, a tan solo unos centímetros, y de la que por el momento sólo recibía la estimulación ocular que le proporcionaba aquel mechón de pelo que coronaba su asiento. Volvió a recordar la cara de la chica. Era pálida, con ojeras negras pintadas que ensalzaban el azul metálico de sus ojos. El pelo rubio suavizaba sus facciones, angulosas y con los pómulos muy marcados. No sabía su nombre, pero para él siempre sería Anael, ese ángel que le acababa de sacar del letargo sentimental en el que se había convertido su vida, hasta degenerar éste en la más absoluta displicencia en lo que a las artes amatorias y a las relaciones de cualquier índole se refería. Sin explicarse muy bien por qué, la nula voluptuosidad que antes atesoraba había dado paso en un solo instante a una permanente emanación de disolutos pensamientos de los que le era imposible evadirse, tornándose en ladinos y escurridizos prejuicios que engarzaban a la velocidad de la luz de cada una de sus conexiones neuronales. Imaginaba el cuerpo desnudo de la chica mientras con sus manos se disponía a acariciar los turgentes pechos de la joven, que suspiraba ansiosa y excitada por el inminente encuentro furtivo. Instintivamente, cerró los ojos para poder sentirlo de manera más intensa, casi como si se encontrase en algún tipo de realidad virtual, que lejos de ser una ilusión, se acercaba mucho a lo que realmente le estaba sucediendo. Aquel indeleble pensamiento permanecía constante en la despierta y sugestionada conciencia de Ernesto. El espacio que quedaba entre el respaldo del asiento de delante y el suyo propio estaba siendo testigo del imaginario “affair”, en el que solitarias y entregadas, las manos de Ernesto acariciaban en el aire el cuerpo imaginario de Anael. Al abrir los ojos sintió como si hubiera estado soñando despierto. Sólo la advertencia sonora del timbre, accionado por alguno de los pasajeros y que anunciaba una inminente parada, logró distraerlo, rompiendo así el mágico momento y devolviéndole de nuevo al mundo real. Miró por la ventanilla e intentó identificar la zona que atravesaba el lento pero mágico búho nocturno. No reconoció el paisaje, a pesar de que hacía ese mismo recorrido repetidas veces a lo largo de la semana, eso sí, siempre de día y sin las facultades mermadas. Limpiando con su puño el empañado cristal, fabricó una informe ventana al mundo exterior para intentar enfocar más detenidamente y así encontrar algún edificio o cartel luminoso que le resultara familiar. No había manera. Todo lo que veía le resultaba preocupantemente ajeno. La puerta del autobús se abrió, emitiendo un hidráulico e inconfundible sonido. Al mirar al asiento de delante para comprobar que Anael no había desaparecido, confirmó infelizmente este punto. La chica ya no estaba. El mechón, antes visible por encima del respaldo, desapareció dejando tras de sí un extraordinario olor a flores frescas. Inmediatamente, centró toda su atención en intentar localizar a la joven a través del, otra vez, empañado cristal, pero su imagen, al igual que su olor, parecía haberse disipado tras el vapor semi translúcido de la luna. Se apresuró con vehemencia a limpiar el cristal de nuevo mientras el vehículo reanudaba su marcha. Cuando por fin hubo limpiado lo suficiente como para distinguir a las personas del mobiliario urbano, encontró la imagen de la chica, que se había quedado parada buscando algo en su bolso. Ernesto dio dos vacilantes golpes en el cristal intentando hacerse notar. Al otro lado, la chica, empeñada en encontrar lo que buscaba dentro de su bolso, no se percató de la tímida advertencia. El autobús, ahora sí, después de ceder el paso al resto de coches que pasaban velozmente por el costado, reanudó la marcha, dejando atrás definitivamente la grácil silueta de la joven con su ceñido abrigo de tela hasta los pies, coronado por una melena rubia que contrastaba con la oscuridad del atuendo. La imagen se le quedó grabada a Ernesto durante el resto del trayecto. Por más que intentaba disuadir su recuerdo, éste volvía cada rato a intervalos irregulares de tiempo, intercalándose a turnos con fugaces golpes de calor y efusividad desmesurada, todo ello acompañado de taquicardias y mandibuleo continuo provocado por el efecto de las drogas. Aquel repentino encuentro con Anael parecía haberle provocado sensaciones más allá de todo lo anteriormente experimentado por el, a veces, taciturno y retraído Ernesto, a quién los encuentros con personas del sexo opuesto, hasta el momento le provocaban urticaria y escozor en su alma, dolencias ambas, inducidas plenamente por la educación recibida desde la más tierna infancia en lo que a la visión del amor, las relaciones y al sexo se refiere. Después de ver a aquella chica, Anael para Ernesto, sus sentimientos y la introspección cambiaron radicalmente, suavizándose los remordimientos que antes aparecían, bien cada vez que hablaba con alguna mujercita de dudosa moralidad, que para su madre lo eran todas, o bien cada vez que tenía una erección repentina e incontrolada fruto de la explosión hormonal del periodo vital por el que atravesaba. Podía sentir cómo su alma ardía, lo que le produjo un agridulce malestar. “¿Qué era aquel extraño sentimiento que recorría las entrañas de su subconsciente, campando a sus anchas y tomando forma en cada uno de sus pensamientos?”. Se preguntó, y sin encontrar respuesta volvió a cuestionarse, “¿Acaso siempre ha estado ahí y ni siquiera me he dado cuenta? El autobús avanzaba como avanza la vida, sin que a veces sepamos muy bien hacia dónde nos dirigimos. Ernesto volvió a mirar por la ventanilla. Seguía sin reconocer aquel paisaje urbano. Tampoco le importó mucho, estaba a otras cosas. Pensó que aquel torrente de sensaciones estaba directamente relacionado con la pastilla que le regaló su amigo, a la que no había dado ni siquiera tiempo para que actuase en la discoteca, entorno más apropiado y proclive para que se desencadene la reacción química inter-neuronal. Definitivamente, y tras comprobar que todos sus sentimientos se magnificaban y que sus sentidos se agudizaban brillantemente después de la sinapsis, se levantó de su asiento, y mirando a los pocos viajeros que todavía quedaban, exclamó felizmente:
-¡Gracias! ¡Gracias a todos por estar aquí conmigo ahora mismo, de verdad, lo digo en serio. ¡Sois la hostia! Dijo finalmente, con mayor énfasis, si es que cabía.
La gente escuchó la espontánea aseveración con sorpresa. Aunque algo estupefactos, consideraron que las palabras de aquel jovencito “borracho” derrochaban inocencia. El conductor fue el único al que no le agradó mucho aquel espontáneo ataque de amistad del cándido pasajero. Negando con la cabeza, continuó con su labor mientras escuchaba los cuchicheos del resto de viajeros, que aunque regresaron a su posición normal después de volverse para escuchar a Ernesto, no paraban de bisbisear repasando el campechano gesto. Ernesto también se sentó segundos después. Definitivamente convino con su insurrecta conciencia en que debía de darle las gracias al éxtasis. De no haber sido por su intercesión, nunca hubiera llegado a darse cuenta de las agradables sensaciones que le había transmitido la anónima chiquilla, bautizada simbólicamente como Anael, nombre que representa para los que creen en este tipo de entes, al ángel del amor. Este ángel es muchas veces identificado como femenino, y se le identifica con el planeta Venus, que en la antigua religión romana fue asociado con la Diosa del Amor, Venus (o Afrodita para los griegos). Anael encarna las antiguas cualidades de esta diosa, como la pureza y la bendición de los matrimonios, que luego evolucionaron según el Imperio Romano cambió y adoptó nuevas creencias. Al ángel Anael se le ilustra sonriendo para así enfatizar su papel como el ángel de la dicha. También se le ilustra como un ángel hermoso y sensual, adjetivos que acentúan y hacen converger a la imagen del Ángel con la imagen del amor. A veces tiene una rosa en las manos en referencia al amor puro y a la belleza que refleja el alma al encontrar el amor de Dios. Ernesto sabía mucho acerca de teología y conocía los nombres de todos los personajes de las sagradas escrituras. Las charlas a las que asistía en la iglesia, obligado por su madre desde que hizo la primera comunión, no habían sido del todo en vano.
Lo siguiente que oyó fue el sonido de una sirena de ambulancia.
-¿Dónde estoy? –Preguntó Ernesto, algo alterado.
Por un momento le costó abrirse paso entre la madeja de sus pensamientos. Pero la realidad le sobrevino de golpe cuando, al ver girarse a la doctora que lo acompañaba, encontró la cara de Anael, aquel ángel con el que había estado soñando mientras, inconsciente, convulsionaba en el pasillo del autobús.
Una suave voz femenina interrumpió su reflexión de manera taxativa.
-No te alteres. Estás en una ambulancia, camino del hospital. Chaval, has estado a punto de morir. -Sentenció la doctora.
-Gracias Señor, por enviarme a este ángel. -Musitó.
-Perdón. ¿Podrías repetir? No entendí lo último que dijiste.
-Gracias. –Respondió, sincero.
-No hay de qué. Anda, túmbate y descansa. Te despertaré cuando hayamos llegado.
Voto por este relato.
Si la historia quiere transmitir algo más hondo que la simple historia, tengo que decir que con una primera lectura no llegué a esa idea profunda. Pero de todas formas, el relato me ha gustado mucho, ya que la manera de narrarlo ha sido muy buena y te lleva de una situación en la que parece que se van del instituto a casa, a poco a poco ver como el chico estaba alucinando ya desde un principio, y como había salido de marcha para tomarse una pastilla que le causa un efecto bastante fastidiado. Excelente narración y evolución del estado del personaje; así que te dejo mi voto
Muchísimas gracias por tu voto y tus comentarios, Cigüeña hogareña.
Te deseo mucha suerte en el certamen.
Un saludo
Enhorabuena y suerte.
Voto por este relato
Un millón de gracias por tu voto Duna.
Te deseo mucha suerte en el certamen.
Saludos.
Voto por este relato.
Gracias por el voto Bogardilla.
Te deseo mucha suerte con tu relato. Abrazos!!
Voto por este relato
Mil gracias por el voto Furtiva. Suerte!!!
Voto por este relato.
Gracias Odiseo.
Un abrazo. Mucha suerte.
voto por este relato
Muy imaginativo, Fidelio. ¡Mucha suerte!
Gracias Chacal.
Mucha suerte para ti también.
Abrazos.
Voto por este relato
Muchas gracias por tu voto Agnódice. Te deseo mucha suerte con tu relato. Un abrazo.
Me ha gustado tu relato, conquista al lector desde la primera linea, el desarrollo de la historia es interesante, y el final, sorprendente, continua asi
Gracias Paco por leer el relato y por dejar tus opiniones.
Un abrazo.
Muy bueno Fidelio, a medio relato pensé que no iba a poder ser sincero a la hora de hacer un comentario, sin embargo, al final todo encaja. Enhorabuena!
Gracias Sr. Tilla. Me alegro de q
que todo haya encajado y haya pasado usted un buen rato. Gracias por su lectura. Un saludo.
Excelente relato que ahonda en las disyuntivas de la moralidad. Me ha gustado mucho el estilo. Yo no creo que tengas madera de buen escritor, creo que ya lo eres. Enhorabuena y suerte
Muchas gracias por tus comentarios Flor Salvaje. Me alegro de que hayas pasado un rato agradable leyéndolo. Lo de buen escritor es un bonito piropo y se agradece, pues disfruto mucho haciéndolo, pero quizá sea algo exagerado.Gracias de nuevo por tu tiempo y tus alentadoras palabras Un saludo.
¡Hola, Fidelio! Bueno, a ver, creo que, efectivamente, si el primer párrafo se dividiera en más párrafos, tu relato ganaría, aunque a pesar de ello me he metido en tu historia. Lo que sí me ha hecho salir de ella es la explicación del ángel Anael; pienso que es necesaria pero, quizá, si se explicara lo imprescindible para entender por qué Anael y no otro nombre, ayudaría a seguir enganchado a tu historia sin salir de ella. Claro que para el que lee es fácil pedir…

Destacaría que captas la atención de una manera especial creando cierto ambiente de misterio, lo que te lleva inevitablemente a desear leer hasta el final. Y se agradece leer de vez en cuando cosas que se salgan de lo convencional…
¡Suerte, Fidelio!
Gracias por echar un ojo al relato y por los comentarios, Juno. Suerte para ti también.
Un saludo.
Un relato que se deja leer y nos lleva por los caminos de la imaginación. No se necesitan drogas para vivir esas experiencias casi sublimes. El cerebro humano tiene la capacidad para crear sensaciones apasionantes y apasionadas. Tu final justifica la narración poniendo al personaje al borde de la muerte. Concuerdo en lo que te ha dicho Anaconda. Cuida los diálogos, pero será sencillo para ti pues tienes buena madera de escritor.
Suerte.
Hola Duna.
Gracias por pasarte por aquí y también por tus palabras.
Un saludo.
me sorprendes,fidelio tienes madera de buen escrito,eres bueno.sigue con tu aficcion.
Hola fcc.
Me alegro de haberte sorprendido y de que te haya gustado. Muchísimas gracias por leerme y dejar tu comentario.
Un saludo
Enhorabuena por tu relato,como siempre en tus escritos,me quedo con ganas de mas.
Hola Alen.
Gracias por seguir mis relatos sea donde sea. Tu apoyo es un privilegio. Un fuerte abrazo.
Fidelio
En mi opinión, sería un magnífico, magnífico relato si hubiera terminado con la frase «De no haber sido por su intercesión, nunca hubiera llegado a darse cuenta de las agradables sensaciones que le había transmitido la anónima chiquilla, bautizada simbólicamente como Anael.»
Un saludo.
Hola Bugardilla.
Gracias por tu lectura y tu comentario. Un saludo.
Fidelio.
Qué visión más atractiva Fidelio para desarrollar un relato.
Me ha fascinado adentrarme en ese ¨viaje¨ traspasando la línea de la existencia, casi sentenciada por el consumo de la droga.
Has hecho perfectamente creíble ese funambulismo entre la vida y la muerte, consumándolo con un final sorprendente.
Todo el comjunto de detalles aporta a la narración un tono especial, enseguida se adivina detrás mucho talento, y mucho trabajo ..
FELICIDADES, a mí personalmente me has ganado como aut@r.
Gracias por tus palabras, Furtiva. Me alegra,de verdad, que el relato haya captado tu interés. La conexión con el lector resulta imprescindible. Me alegro de haberlo conseguido. Un fuerte abrazo.
Cuando he acabado de leer me he quedado un rato desorientado. No es un relato común, desde luego, y contiene detalles muy atractivos.
Ahora que ya soy capaz de reflexionar con calma, en primer lugar podría aconsejarle al autor, si me lo permite, que en futuros relatos espacie más los acontecimientos y los ordene. Éste parece escrito con lo que se llama prosa hormigonada. Sin respiraderos, con un primer párrafo eterno, donde hay momentos en que las palabras parece que te atropellan.
Rebasada la mitad se le hace saber al lector la clave de la historia: el chaval lleva encima un soberano colocón químico. Se sospechaba que algo raro debía haber, desde luego.
En cuanto al estilo general del texto, podría quedar mucho mejor abreviándolo de lo que aporta poco o nada a la trama. Como, por ejemplo, la exhaustiva información sobre el ángel Anael y su predicamento. Y, en general, tratando más de sugerir y menos de explicar, sobre todo de explicar tan prolijamente todo lo que sucede. Es buena idea concederle espacios a la imaginación del lector.
Gracias por los comentarios Alex. Soy de los que piensan que las críticas constructivas son muy importantes para un escritor. Es bueno poder debatir y tener todas las opiniones posibles sobre cualquier trabajo. Tomo nota de todas ellas. Un fuerte abrazo.
Hola de nuevo Alex.
El otro día sólo tuve tiempo para darte las gracias por tus críticas. Ahora que tengo un rato, quería seguir charlando acerca de tus comentarios (ya te adelanté que me encanta charlar e intercambiar impresiones). Sobre todo, quería explicar el porqué de la exhaustiva descripción de Anael. El motivo es que para el protagonista, Anael significa la dualidad entre el bien y el mal y entre el pecado y la religión. Tanto es así, que se siente sexualmente atraído por algo a lo que él anteriormente respetaba o temía. (la religión) El hecho de centrarme en Anael y proporcionar tanta información sobre el ángel en cuestión, simplemente sirve para enfatizar esa dualidad de la que te hablo, intentando en todo momento hacerle intuir al lector la encrucijada moral a la que se enfrenta un personaje educado en los valores más tradicionales. Me gusta jugar con la inclusión de algunos detalles que puedan dar pistas de la idea que quiero transmitir, sin llegar a ser explícito. Un saludo.
Genial. Es la primera palabra que se me ha ocurrido tras leer tu relato. Enhorabuena, me ahorro lo de desearte suerte porque no la necesitas
Mil gracias Agnódice.
¡Ojalá todo el mundo pensara igual que tú! Muchísimas gracias por el apoyo. Reconforta saber que lo que uno quiere transmitir, finalmente llega al lector.
Un fuerte abrazo.
Fidelio:
Primorosamente escrito. Original relato sobre los efectos de la droga. Me ha gustado mucho. Enhorabuena y suerte.
Gracias Gaia.
Te digo lo mismo que acabo de responder a Agnódice: Un verdadero orgullo poder contar algo que le llegue al lector, más si como en este caso, la moraleja es la que es.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho como nos vas llevando por la trama muy bien hilvanada y bien escrita.Original como dice Anaconda.
Enhorabuena y suerte
Muchas gracias por tu comentario Freya.
Seguimos en contacto.
Un abrazo y buen fin de semana.
Ciertamente la creatividad no tiene límites y por lo tanto es aceptable esta apología del éxtasis. Justifica su inclusión en la historia, poniendo al borde de la muerte al protagonista. Ensoñación y erotismo acercan nuestros relatos.Muy bien escrito y te aventuro un futuro literario muy bueno, pues sabes elegir y dibujar la trama (según mi humilde opinión) Los incisos del narrador no están escritos según las reglas convencionales, pero eso no tiene mayor importancia; fijándote en lo que lees, lo aprenderás en dos minutos.
Muchas gracias Anaconda.
Siempre son bien recibidas las felicitaciones, pero sobre todo los consejos. Otra vez, gracias por leerlo y por tu comentario.
Un fuerte abrazo.